I
los engranajes del cráneo
del niño
que rocía con alcohol el
camino de hormigas
y mira arder la línea
bajo el cielo opaco
tan pequeña la mano del
sueño
y enormes las piedras de
la mente
inabarcables
te habrán nombrado
inútilmente
las voces secretas de los
prados
II
sólo enfermeros
no doctores
sólo paliativos algodones
sólo el ánima
transparente que hace el torniquete
el triste lavaje de
estómago
sólo enfermeras rubias
veteranas fumando en las esquinas
que entran con ojos
ajenos a la vida y a la muerte
impotentes clasificadoras
de lo hecho
parando hemorragias
bajando la fiebre
sentadas distraídas al
costado del catre
y las visiones del
fracaso más profundo de la mente.
III
(Albedrío, libre)
ojo en la pared áspera
araña repetida
óctuple es el fractal del
esqueleto que nos cubre
trinidad el sol la luna y
el espacio
del que ambos se toman
cansa la mano escribir la
palabra miseria
hemos visto morir a
tantos
pero no ha sido vacunada
la retina
contra el suicidio
inmaterial de estar viviendo
en la estafa la finitud
el desamparo